viernes, 17 de enero de 2014

Microrrelatos

NADA
Abrí los ojos, nada, los volví a cerrar, los abrí, nada. Seguía solo en algún punto de esa esfera a la que llamaban Tierra. Grité, no hubo respuesta, busqué algo, a alguien que me ayudar, pero solo había nada.
Mientras cogía orto puñado de arena volví a gritar, me entró miedo, qué hacía solo, sin nadie, moriría de sed, de hambre, o aún peor, de soledad. No había nadie que se pudiera compadecer de mí, nadie podía ayudarme, estaba solo.
-¡Eh, eh!
-Dime, dime
-¿Te habías quedado dormido?
-¿Yo? No, estaba pensando.


-Pues no pienses demasiado.
Cerré el maletín, me levanté de la silla y grité: ¡hasta mañana! Nadie me respondió.
Raquel López Ríos
 
 
MICRORRELATOS
Aquella mañana se sintió desfallecer. Su reloj se había parado. Iba a llegar tarde. Se vistió y salió corriendo. Paró al taxi.
-¡Rápido, a la calle Menati 58! ¡Se me ha parado el reloj!
El taxista sonrió.
-No se preocupe. Lo que se ha parado en realidad es el tiempo.
Gisela Arranz
Aquella mañana se sintió desfallecer. Llevaría varias horas durmiendo, no sabía cuántas. Tampoco sabía dónde estaba. Solo se acordaba de haber estado huyendo, perseguido por unos hombres. Se fijó en el lugar. Una habitación oscura y vacía. Había muy poca luz, la que entraba por una ventana en la pared. Estaba solo.
-¿Qué hacemos con el rehén?
-Presiónale. Que nos cuente todo…
Sintió miedo.
Inés Ambrosio





















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